Aprender de quien fabrica
Un viaje por los espacios de producción compartida en EE.UU.
Introducción
En TMDC queremos recuperar la fabricación en la ciudad. Queremos que tenga un lugar, una dignidad y una utilidad real en el día a día. Este viaje forma parte de esa investigación: entender cómo podrían ser los espacios de fabricación compartida en los próximos años.
A EEUU, no fuimos a “ver máquinas”. Fuimos a ver estrategias, comunidades, maneras de sostener un oficio y como se incuba el hardware en entornos urbanos donde la industria hace tiempo que dejó de ser dominante. Fuimos al país donde TechShop —el mito fundacional del “makerspace”— abrió y cerró.
CAPÍTULO 1 — NUEVA YORK
“En NYC, si quieres fabricar algo, lo tienes que hacer cerca de donde pasan las cosas.”
Eso nos dijo jonathan, gestor del newlab. Y probablemente resume por qué Nueva York, una ciudad donde cada metro cuadrado vale su peso en oro, sigue conservando un pequeño espacio para fabricar.
1. Newlab (Brooklyn Navy Yard)
Es un hub de innovación física y urbana, instalado en un antiguo taller naval restaurado con un rigor casi museístico. Allí trabajan más de cien startups enfocadas en hardware, robótica, movilidad, energía y tecnologías experimentales. No es un coworking industrial: es infraestructura crítica para empresas que prototipan y prueban en entornos reales.
Lo que destaca no es su maquinaria - que es la justa - , sino su filosofía: crear un ecosistema que combine empresas, instituciones públicas y ciudad.
Newlab nació, literalmente, para “activar” un edificio histórico y atraer a startups físicas a Nueva York. Todo está pensado como plataforma: programas, testbeds urbanos, alianzas con la ciudad, colaboraciones con universidades. Si hay un mensaje clave de Newlab es este: la fabricación del futuro es estratégica para la ciudad, no un servicio accesorio.
2. Timbur (New Jersey)
De Brooklyn saltamos al otro extremo: un taller muy bien equipado, dirigido por Ezra, arquitecto y pionero del CNC cuando aún sonaba futurista. Ahora su taller cuenta con varios robots kuka, fresadoras de 4 ejes y un equipo de diseño que también sabe fabricar. En su taller, el que diseña es también el que opera el robot ya que así sabe que es lo que tiene que salir de el. Timbur trabaja para clientes de alto nivel (MoMA, Nike, Daniel Arsham), combinando carpintería, CNC y robótica.
En su espacio, lo importante no son las máquinas, sino la sensibilidad por la forma y el material. Ezra ha sabido como utilizar cnc y robótica para crear piezas que parecen haber sido hechas por un escultor. Un taller que demuestra que la fabricación digital puede ser poética y rentable, a la vez. Ezra nos dijo algo que se nos quedó grabado: “Lo que hacemos hoy podría seguir haciéndose en un garaje. Las máquinas no son el límite; el límite es saber qué quieres hacer.”
Timbur nos recuerda lo importante de estar atento a las nuevas tecnologías, aprender a usarlas rápido y luego llevarlas al siguiente nivel haciendo más de lo que estaban pensadas para hacer.
3. ReadySpaces (North Bergen)
ReadySpaces es otra lógica completamente distinta: espacios industriales flexibles, una especie de “WeWork de logística”.
Un ecosistema variado de pequeñas empresas —desde distribuidores de comercio electrónico hasta talleres de mecánica ligera— compartiendo una nave industrial. Aquí la fabricación es lo de menos, en vez de co-working, readyspaces es co-warehousing: logística, almacenamiento, pequeñas producciones, emprendedores que empiezan.
Es un recordatorio importante para Europa: La base industrial no siempre es “innovación”, muchas veces es simplemente ofrecer metros, electricidad, montacargas y un precio razonable. Y que desde aquí puedes enviar a tus clientes. Una solución para una “última milla” distribuida.
4. MakerSpace NYC (Brooklyn Army Terminal y Staten Island)
El sucesor espiritual de TechShop en la ciudad.
Un espacio público, accesible, con maquinaria variada y un fuerte énfasis en formación técnica.
Cursos para jóvenes, programas con escuelas, talleres para adultos que quieren aprender metal o madera, y un laboratorio bien equipado. Para Scott, quien dirige el makerspace,“la máquina es importante, pero aún más importante es que alguien aprenda algo que pueda usar mañana.”
La diferencia entre MakerSpace y “coworking industrial” es sobre todo la tipología de los usuarios y las expectativas de infraestructura que puedes encontrar. Mientras que en el primero el ambiente es más “amateur” en el coworking industrial se espera un servicio profesional. En los makerspaces el modelo de negocio es el aprendizaje, osea los cursos mediante los cuales forman a las personas interesadas. Es interesante ver que, donde el techshop no pudo seguir su actividad, Makerspace NY ha conseguido hacer un modelo sostenible en el tiempo.
CAPÍTULO 2 — CHICAGO
Chicago tiene una tradición industrial enorme, y eso se nota.
Gran parte de su legado industrial está ahora vacío, y precios relativamente bajos la convierten en un buen lugar para proponer nuevas propuestas que nazcan de ese rico pasado.
1. The Plant (Bubbly Dynamics)
Aquí no diseñan sillas, ni hacen prototipos.
The Plant es un experimento de economía circular dentro de una carniceria industrial abandonada que han decidido no derribar. En su interior conviven cervecerías, panaderías, agricultores urbanos, productores de kombucha, cocinas experimentales y laboratorios. Y la labor del equipo es saber como el desperdicio de uno puede ser la materia prima del otro.
Taila, de Bubble dynamics Nos dijo: “No somos un coworking. Somos un ecosistema. Y si un residuo de uno sirve para otro, mejor.” Es probablemente el espacio más distinto de todos los visitados, y también uno de los más inspiradores:
Bubbly Dynamics LLC is a social enterprise whose mission is to create replicable models for ecologically responsible and sustainable urban industrial development. Demuestra que los vestigios y restos del pasado pueden ser cultivo para las mejores ideas de futuro.
2. mHUB
El contrapunto perfecto a The Plant.
mHUB es un centro de innovación de hardware, probablemente de lo más potente de EE.UU.
Cientos de startups, maquinaria de alto nivel, laboratorios, aceleradoras, mentores, programas, subvenciones e inversión para potenciar la generación de nuevas ideas en hardware. mHUB parece una universidad privada, una incubadora y un makerspace al mismo tiempo. Es un ejemplo de cómo la fabricación urbana puede impulsar empleo cualificado y atraer inversión.
Su filosofía: si quieres que la industria vuelva, tienes que hacerlo fácil para que alguien pueda empezar. Su modelo es muy parecido al del newlab, solo que el mHub está vinculado a una universidad.
3. Pumping Station One (PS1)
Una de las comunidades maker más grandes del país. Nada corporativa, nada institucional, todo comunitario.
Un espacio vivo, lleno de voluntarios, talleres abiertos, docenas de actividades, gente golpeando metal mientras otros imprimen en 3D o hacen cerveza. “Esto funciona porque somos muchos. Si fuéramos pocos, no existiría”, decía uno de los anfitriones.
PS1 es un recordatorio del poder de la comunidad: cuando la gente se apropia del espacio, el espacio vive.
CAPÍTULO 3 — DETROIT
Detroit es otra historia.
La ciudad donde la industria cayó, y donde ahora se intenta volver a levantar desde otros ángulos.
Si Nueva York habla de innovación, y Chicago de reconexión, Detroit habla de regeneración.
1. Newlab @ Michigan Central
Ubicación: En el histórico edificio de la estación Michigan Central, en el barrio de Corktown, Detroit; dentro del campus de innovación de 30 acres llamado Michigan Central Innovation District.
Qué vimos/notas:
Newlab se describe como “hub de innovación física” con laboratorios de prototipado, metal, plásticos, electrónica, robótica, productos listos para escalar.
En nuestras visitas detectamos que la velocidad es clave: “en 8-24 semanas de prototipo a producto” es algo que también se dijo para otros entornos.
Se integra con la ciudad: permisos rápidos para pruebas urbanas, piloto de movilidad, drones, etc.
Lección: Este es un ejemplo de “industria urbana + ciudad” que trabaja a escala, no sólo local, sino global. Si alguien se lo plantea en Europa: fabricar + testar + iterar en planta urbana es viable.
2. Michigan Central District
Ubicación y contexto: 30 acres que comprenden la estación renovada, zonas de oficinas, espacios públicos, movilidad, retail y producción. La renovación de la antigua estación central de tren es casi faraonica. Contrasta en gran medida con la actual estación de tren la cual es casi un contenedor de obra. Aunque impresionante de ver, nos hace preguntarnos si solo apuestan por la movilidad privada y abandonan el tren de la movilidad compartida.
Qué vimos/notas:
El distrito se define como “tecnología + cultura + comunidad” y pretende atraer no solo startups de hardware sino también talento local, formación y colaboración ciudadana.
Tiene infraestructura real de fabricación ligera, espacios de prototipo, y un entorno logístico (accesos, zonas piloto, etc.).
Lección: Para diseñar un espacio de fabricación compartida, pensar más allá del taller: pensar en el tejido urbano, en la movilidad, en el barrio, en los servicios alrededor.
3. Core City (Prince Concepts)
Ubicación: Barrio Core City de Detroit, donde Prince Concepts ha adquirido terrenos, rehabilitado naves, creado espacios públicos.
Qué vimos/notas:
Proyecto de real-estate con mirada industrial y artística en combinación: reutilizar edificios, ofrecer talleres, mezcla de arte e industria,
Darle gran juego a la arquitectura regenerativa
Invitar a otros a pensar y diseñar los espacios comunes
Lección: En Europa, un espacio de fabricación compartida podría integrarse en un barrio así: una fábrica ligera, talleres de diseño, residencias de makers, espacios públicos de exposición. No hay que replicar fábricas gigantes, sino micro-clusters urbanos.
Prince Concepts trabaja con una filosofía muy clara: menos construcción, más intención.
4. The Shepherd
Ubicación: Barrio Little Village de Detroit.
Qué vimos/notas:
Una iglesia reconvertida en centro de talleres, arte, biblioteca, skatepark. No es “industria pesada”, pero es industria urbana de oficio, técnica, creatividad.
Lección: La fabricación urbana no tiene que ser siempre “metal y robots”. Puede ser madera, textil, diseño, reutilización. Y esos oficios tienen gran valor para una ciudad resiliente.
La creación de espacios de encuentro revitalizan cualquier sitio por muerto que estuviera.
No es industria en el sentido clásico, pero sí es un ejemplo de cómo activar un edificio para que vuelva a tener sentido social.
5. Russell Industrial Center
Un gigantesco bloque industrial reconvertido en estudios de artistas. Caótico, crudo, vivo.
Ubicación: 1600 Clay Street, Detroit.
Qué vimos/notas:
Gran complejo industrial histórico transformado en estudios de artes, talleres, empresas de producción ligera. Más de 100 estudios operando.
Es un modelo de “industrial heritage” que se adapta: espacio grande, comunidad diversa, mezcla de producción, arte, emprendimiento.
Lección: Invertir poco para cambiar el uso del espacio. Donde antes habia un gran inquilino, ahora hay muchos pequeños inquilinos.
APRENDIZAJES PARA DISEÑAR ESPACIOS
DE FABRICACIÓN URBANA
De todos estos lugares salen patrones claros:
1. La industria vuelve cuando se mezcla con la ciudad
No basta con poner máquinas:
hace falta comunidad, programas, uso real, acceso fácil, relaciones con instituciones.
2. Los espacios que funcionan tienen propósito
En Nueva York: innovación urbana.
En Chicago: circularidad y hardware.
En Detroit: regeneración y movilidad.
Todos tienen una razón de ser que va más allá de “tener máquinas”.
3. El espacio solo funciona si la gente se lo apropia
Da igual que seas mHUB (con millones de inversión) o PS1 (voluntariado): si la comunidad no adopta el espacio, muere.
4. La formación es clave
Los espacios que sobreviven tienen modelos sólidos de enseñanza.
Los que no enseñan nada… cierran.
5. La industria urbana no siempre es “innovación”
ReadySpaces lo demuestra: mucha gente necesita metros, no robots.
La ciudad necesita también esa producción humilde, esencial.
Conclusión: qué significa esto para Europa
Europa arrastra un problema estructural: hemos empujado la industria fuera de nuestras ciudades durante décadas.
Pero la tecnología, la fabricación flexible, el CNC accesible, la impresión 3D y los talleres híbridos están reabriendo una puerta.
Si queremos ciudades más resilientes, más creativas y con más oportunidades reales de trabajo, necesitamos volver a tener fabricación cerca.
No grandes fábricas, sino talleres vivos, espacios comunitarios, pequeñas industrias, hub de innovación, oficios dignificados.
EE.UU. no nos da un modelo para copiar, pero sí nos da una idea clara: la industria en la ciudad importa porque hace que la ciudad tenga futuro.